viernes, 21 de septiembre de 2012

REFLEXIONES EN EL PARQUE

    

   Tengo migraña y necesito aire y tranquilidad, cosa que en  mi casa no hay, me bajo al parque son ya las 8 de la tarde y oscurece. Mi libreta mi música suave me acompañan como siempre, me siento en el césped, eso me relaja, cierro un poco los ojos, escucho la música y mi cabeza vuela hacía mis sueños.

    En muy poco tiempo mi mente necesita expresarse y escribo, es algo que no puedo evitar, es como si todo lo que siento y pienso necesitase salir y plasmarse en el papel, me gusta el ruido que hace mi pluma al escribir sobre él y apago la música.

    He visto a niños jugando en el parque aunque es tarde ya, eso me ha hecho pensar en la infancia, la inocencia y la vida.

    Me transmiten una vitalidad que me llena de nostalgia hacia mi niñez, ese momento en que nuestros sueños son tan dulces e inocentes, ese momento en que creemos aun en la magia, los duendes, las hadas. Aun puedo sentir esas cosas, una parte de mi sigue creyendo en ellas.

    Momentos en que con sólo tu mente y un cuento te llevaban a viajar por el mundo y el tiempo, podías ser un pirata, un caballero, un soldado, un ángel o un fantasma sin dudarlo un instante.

    Esa época de tu vida que en un futuro tiene lagunas de muchos hechos pero que siempre deja en ti la señal de esas sensaciones que sólo un niño puede tener.

    Veo a sus madres algunas juegan con ellos y otras sencillamente los vigilan o ignoran. Mi madre era de estas últimas, es una buena mujer pero no le gustaba tenernos ni a mi ni a mi hermano, no la juzgo por eso. Pero se perdió tantas cosas, jamás compartiamos nuestros sueños con ella, pero no me importaba yo vivía en mi mundo de juegos. 

    Me gustaba la noche como ahora, era el momento en que nadie gritaba en casa ni se oía la tele. Las horas en que nadie te pedía que prestases atención o que hicieses cosas para ellos. En esas horas encerrada en mi cuarto era inmensamente feliz, recuerdo tantas cosas de entonces, mi cama era un barco que viajaba entre la marea , mi perro viajaba conmigo y era el capitán de la nave, entretanto yo leía debajo de la sábana mientras esperaba a que pasase la tormenta. Cuando por fin amainaba salia a cubierta y junto con mi perro visitábamos sitios llenos de piratas y duendes y corríamos aventuras geniales.

    También como ahora la música formaba ya parte de mi, estudié danza desde muy pequeña  y a los nueve años entre en el Istitut del Teatre,  el entrenamiento era muy rígido, pero las clases se daban con un piano en directo el sonido de sus notas hacia que cada día trabajase mas duro y que amase la música. Salía de entrenar a las nueve de lunes a viernes, al llegar a casa estaba cansada y tenia mucho por hacer y estudiar aun pero no me importaba, todos los días al salir del colegio deseaba coger mi bolsa y salir volando a bailar. Se puede expresar tanto bailando....Eso hizo que fuese constante en mis cosas y que tuviese disciplina de hierro pero al mismo tiempo me sintiese libre.

    A llegar el fin de semana corría a la piscina todos los sábados por la mañana, me encantaba nadar, sentirme flotar en el agua meter la cabeza debajo y aislarme del mundo. Recuerdo aun la sensación de calor sofocante fuera de la piscina, la ducha fría antes de entrar en el agua, el monitor sonriéndonos y ese momento de lanzarse al agua y sentirse como volando sin gravedad y dejando que tu cuerpo flote libre.

   Las tardes del sábado también bailaba pero en un sitio distinto, un esbart, es un lugar de danzas catalanas y ball de bastons, ahí era una niña feliz siempre he sido un poco chico y el ball de bastons me encantaba, dábamos muy fuerte e intentábamos romper los palos, cosa que nos costó muchas roturas de dedo. Más tarde llegaban els Castellers de Barcelona y entrenaba con ellos, me gusta sentir la altura el vértigo y el riesgo a la caída, siempre fui muy temeraria. Mi mejor experiencia con ellos curiosamente no fueron los castells si no el teatro, hicimos una obra en serio y me toco hacer un monologo muy largo eso me enamoró y desde entonces he hecho varias obras.

    El domingo era para mis amigos y abuelos, esos seres a los que adoré y sigo extrañando todos los días, eran gente tan especia,l con tanto por contar, podía estar horas escuchando sus historia y cuentos, ellos me llevaban al parque y aunque jugase con niños mi pasión eran ellos. Nada como entrar en su casa y sentir ese aroma a cariño.

    Sigo sintiendo ese olor sin esfuerzo está en mi al igual que ellos, me enseñaron a amar la pintura, mi abuelo era pintor reconocido. Mi otro abuelo fue minero y ya después carpintero, mis juguetes más amados me los hizo él con sus manos. Mi abuela maestra de pueblo me inició en la lectura y la otra modista de profesión me enseño a amar las cosas hechas por uno mismo, ellos llenaron mi infancia de amor y recuerdos bonitos.   
    
    Como veis era normal que no extrañase a mis padres ellos estaban demasiado inmersos en su vida y sus cosas pero fui muy feliz.

    Mi migraña va en retirada y empiezo a sentir humedad en el césped, mejor vuelvo a casa pero vuelvo alegre, he tenido tantos recuerdos en tan poco rato, una vuelta al momento más inocente de todos.

3 comentarios:

  1. Es Bonito. Recordar la niñez es una forma de volver a casa,a la seguridad del hogar. A la vida

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  2. una entrada maravillosa de unos recuerdos de tu niñez, eres una gran escritura tu natarriva es muy buena, un recuerdo infantil que nos deja entre ver el caracter y la personalidad de una gran mujer, grande mar gracias y enhorabuena.

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  3. Sorprendente giro temático, precioso. Para cuándo el siguiente? Lo espero con ansiedad
    ;-)

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